Yo soy el verdadero Jaime, y por mucho que os esforcéis en quitarme mi blog inicial y en usurparme con nuevos blogs con textos fantasiosos para hacerme parecer imbécil, no habéis podido evitar que me hiciera otro blog con el que poner en entredicho vuestra dictadura matriarcal queer ultraviolenta. Exijo que se me devuelva mi blog y se elimine a distri-maligna2, que no es más que una impostora.
MI VISIÓN DE LOS HECHOS (Reflexionada)
La verdad y la realidad no existen, tan sólo visiones de la misma. Esta es mi visión, no es ni LA VERDAD ni la REALIDAD, si no lo que he fingido.
Yo salí a pasear en plena noche soriana a las afueras de
Manzanares. A la vuelta me encontré con Leovigilda, militante anarko feminazi
con quien tenía una relación sensual desde que colectivizamos la Telefónica en
1936. Yo le saludé como siempre, le dije “¡Hola! ¿Qué tal has pasado los
últimos 197 segundos en los que yo estaba fuera y no estaba analizando cada
pestañeo tuyo en busca de alguna infidelidad con algún anarkomacho?” Vamos, era
la rutina diaria. Entonces ella me pegó un puñetazo y me sacó cuatro dientes y
varios trozos del tabique nasal me salieron disparados a velocidad de bala.
Entonces me tiré al suelo (no me caí, me tiré, porque era o eso o sacar mi
porra extensible alfa plus 46 traída de Estados Unidos y enseñarle quién manda
aquí) y me puse a llorar muchísimo, tanto que provoqué una riada en Manzanares
que hizo que varias actividades del Vegan Queer se desplazaran por las
labores de drenaje. Leovigilda se fue a dormir, y yo me quedé destrozado y
sin saber qué hacer, estaba triste y el mundo se me venía encima. No sabía a
quién pedir ayuda, nadie me tendría en cuenta, porque ella se aprovecharía del
feminismo para cargar contra mí en caso de decir algo.
El resto de los primeros días de las jornadas, intentaba que
nadie se diera cuenta de mi claro estado depresivo al borde del suicidio, así
que acaparé el protagonismo de todas y cada una de las actividades para llenar
mi frustración y evitar un desenlace que a todo el mundo (osease, a mí) le
hubiera supuesto un trauma de por vida. Y yo me encontraba intentando acaparar
una actividad más, cuando Leovigilda, junto otra chica con quien ésta tenía
otra relación de tintes claramente monógamos y patriarcales, y quien también
tenía cara de querer golpearme hasta la muerte me metió una puñalada y me dijo
que yo era un agresor. Entonces corrí entre gritos y lloros a curarme a otra de
las casas del recinto. Mientras me vendaba, apareció una manada de bolleras
feministas armadas hasta los dientes y varios tíos maricas que les seguían el
juego para que les siguieran perdonando la vida. Iban gritando al unísono “somos el grupo de poder del Vegan
Queer, vamos a destrozarte la vida”. Yo me asusté y me escondí en una esquina
de la casa. Iban armadas de tijeras ensangrentadas, machetes, cuchillos, dos
lanzagrandas, los ojos inyectados en sangre, todxs iban con porros en la mano y
en algunos brazos aún podían verse las jeringuillas colgando, iban comiendo
carne cruda sangrante de algún pobre e inocente animal que acabaran de
asesinar, camisetas con mensajes como “SCUM Manzanares”, “Vamos a matar a todos
los tíos”, “Llevo 8 pollas cortadas” o “Perdóname Valerie Solanas por ser hombre”, y según avanzaban
uno de los maricas iba leyendo párrafos del fanzine Espacios Peligrosos,
un texto que se tradujo hace unos meses al castellano y que narra las aventuras
de un grupo de trans, maricas y bolleras negras estadounidenses que van por la
calle asesinando a heterosexuales indefensos como yo. El Espacios Peligrosos
era como La Biblia dentro del Vegan Queer, estaba por todos los
edificios, la gente que fue a las jornadas lo citaba por las esquinas, los
animales no humanos lo leían y lo debatían, y nos despedíamos diciendo “Ya
veréis putas locas”. El ambiente del Vegan Queer estaba imbuido de un
sentimiento anti-heterosexual ultraviolento, así que, como prueba iniciática,
el grupo de poder para regodearse en su feminismo tenía que sacrificar a un
joven varón blanco heterosexual, pese a que tuviera tan currado como lo tengo
yo el feminismo, que difundo comunicados de las SCUM de Barcelona, escribo con
x para no poner género y tengo mi propio y personal fanzine feminista (¿Qué más
anarkomachos pueden decir eso? ¿Eh?).
Este grupo de poder
y sus cachorros comenzaron a golpearme por todas partes y a intentar bajarme
los pantalones para violarme y/o cortarme la polla. Entonces yo utilicé mis
poderes ultrasensoriales anti-agresiones que aprendí mientras hacía uno de los
miles de talleres de “micromachismos” que preparaba por la geografía ibérica, y
entonces logré de un golpe tirar al suelo a todas las personas que me
intentaban matar. Pero esta descarga me dejó agotado en el suelo y no me podía
mover para huir del pueblo. Entonces una de estas feminazis corrió a buscar
ayuda. Al ver a varios compañeros más, me animé para levantarme, pero pronto
pude comprobar que les habían lavado un cerebro con un programa de control
mental cuyo alcance se me escapa, y éstos venían disparando sus carabinas
contra mí. Así que logré recomponerme y huir, dejando todo el equipaje
escondido en una de las casas de Manzanares para volver a por él sin que nadie
me viera, y darme a la fuga a vivir en la naturaleza salvaje.
Andé por el camino que separa Manzanares de Peralejo de los
Escuderos, y cuando había recorrido kilómetro y medio, un grupo de maricones exaltados
me interceptó. Venían siguiendo mi rastro de sangre. Me ataron las manos a la
espalda, me bajaron los pantalones y me obligaron a andar todo recto mientras
su coche me seguí por detrás a mi misma velocidad. Me pegaban con un látigo si
me quejaba o me desmayaba. Mientras, me iban diciendo cosas como “más rápido,
heterosexual de mierda” “Aprende a follar con tíos” “Lo que te hace falta es
una buena polla en el culo” y demás frases humillantes. Tras andar más de diez
kilómetros, me dejaron en paz y volvieron a Manzanares a regodearse de su
hazaña ante el grupo de poder y a subir puntos en su escalafón dentro del
feminismo queer ultraviolento. Me refugié en un maltrecho camping abandonado
para dormir y curarme las múltiples heridas sangrantes que tenía por el cuerpo,
y pasé ahí la que fue la peor noche de mi vida, deseando que alguien me
rescatara de este suplicio inimaginable.
A la mañana siguiente me preparé para moverme por mi cuenta
y lograr llegar hasta un lugar seguro. Cuando estaba saliendo, escuché extraños
ruidos de motor y de rotor de un helicóptero. Era el Comando SCUM Manzanares,
que quería darme caza. Comenzaron a dispararme desde el helicóptero, mientras
yo esquivaba las ráfagas de ametralladora y apartaba fuera del recinto las
granadas de mano. Yo me refugié en un cobertizo, abrí mi porra extensible y se
la lancé al helicóptero cual boomerang. Le impacté en el rotor de cola y
comenzó a dar vueltas de campana mientras soltaba del mismo una estela de humo
e iba perdiendo altura. Antes de hacer impacto y explotar como si se tratase de
una película de Schwarzenegger, del mismo salieron varias encapuchadas portando
rifles de asalto y el logotipo de una polla cortada cada una en el brazo. Me di
a la fuga mientras esquivaba sus disparos, cuando delante mío apareció un
tanque. Disparó varias salvas contra mí, logrando impactar a pocos metros de mí
y dañándome el oído izquierdo con el ruido y una rodilla con una esquirla. Yo
seguí corriendo desesperadamente, esquivando balas y cañonazos, y de pronto
apareció un jeep lleno de varias de estas locas, que me atropelló. Entonces me
estamparon contra el suelo, me golpearon los testículos y me escupieron. Me
ataron contra el coche y comenzaron a leerme pasajes del Espacios Peligrosos
y del Tijeras para Todas. Yo les suplicaba que me dejaran en paz, que todo
el mundo tiene errores, que les entendía y que les apoyaba como superfeminista
que soy. Ellas no atendían a razones, estaban bajo los efectos de alguna droga
dura y su mente sólo sabía recitarme párrafos de estos dos textos. Me metieron
en un coche en dirección Soria a punta de pistola, dándole instrucciones al
conductor de que al llegar a la ciudad me asesinara e hiciera que pareciese un
accidente. Yo estaba muy asustado y lloraba sin parar, y por el camino me
suicidé varias veces.
Cuando llegábamos a Soria, descubrí que el conductor era
Recaredo, un buen amigo mío. A él le había pasado algo parecido hacía meses,
estaba hablando tranquilamente con una chica y ésta se volvió loca y le
disparó, y luego utilizó el feminismo para justificar esto. El pobre casi se
muere, tres centímetros a la izquierda y le habría alcanzado en el corazón. Yo
le ayudé a curarse y le defendí cuando el resto de feminazis volvió para
rematarlo. Estas locas habían logrado encontrarme, pero no podían saber todo.
Mi amigo me llevó hasta su casa, curó mis heridas, me dio apoyo emocional y
logré sobrevivir finalmente. Mientras yo estaba al borde de la muerte, el grupo
de poder organizó de manera impositiva una orgía dentro del Vegan Queer,
empapada en vino, LSD, heroína y hachís. Mi agentes secretos infiltrados dentro
de las jornadas me han informado de que en esta orgía se forzó a ser
sodomizados a todos los varones allí presentes, a comer coños a todas las
mujeres, se violaron perras, yeguas, mandarinas, grillos, troncos, el agua, el
aire... Se violó y sacrificó un bebé blanco heterosexual que pasaba por allí,
se hizo una orgía de sangre con sus tripas y después se las comieron. Se atacó
e invadió, con ayuda de armas escondidas en el pueblo y la colaboración de
miembros fugados de ETA, los pueblos de la zona, sometiendo sexualmente a sus
habitantes humanos y no humanos a la Ultraviolencia Queer, y se intercambiaron
disparos con la Guardia Civil y el Ejército Español tras los cuales se usaron
los cadáveres de los patriotas caídos para orgías necrofílicas. Se asaltó un
convento en Campisábalos, un Cuartel de la Guardia Civil en Galve de Sorbe y se
ametralló el ayuntamiento de La Huerce, violando y asesinando a todo aquél que
hallaron dentro, y posteriormente se les prendió fuego a los edificios. La
turba de queers ultraviolentxs se disponía a marchar sobre Madrid a tomar el
Congreso, someter a una orgía a lxs diputadxs e imponer la dictadura
anarco-queer, cuando fueron detenidxs a la altura de Cogolludo por milicias de
machos heterosexuales pertrechados con armamento del Ejército Español,
desbordado ante tales hechos, y el apoyo intelectual y logístico de la
Federación de AnarkoMachos de España, logrando llegar lxs supervivientes hasta
Guadalajara, donde cogieron un tren dirección Madrid y donde actualmente se
hallan refugiadxs, montándose orgías de sangre con corderitos y al acecho de
encontrarme y de imponer su degeneradas sexualidades.
Mi confindente afortunadamente me informó de que lograron
descubrir mi localización, ante lo cual yo simulé mi suicidio y me fui de allí.
Recaredo fue sorprendido solo en casa y sometido a la obsesión sodomítica de
lxs anarco-queers y torturado hasta la muerte. Adiós, hermano Recaredo, que la
tierra te sea leve. Yo huí a la naturaleza salvaje, encontré un páramo en mitad
de un monte con agua y capacidad de enchufar mi ordenador a un árbol y
conectarme a Internet mediante el Wifi natural de los pájaros, y desde aquí os
escribo: No podréis pararme, todo el mundo me apoya, sois minoría y mis amigos
de la Federación de AnarkoMachos os eliminarán unx a unx. Podéis robarme el
blog, podéis inventaros un blog nuevo haciéndoos pasar como que soy yo y
escribir esa cantidad de gilipolleces, incluso podéis encontrarme y sodomizarme
hasta la muerte, pero yo ganaré, porque yo soy la verdad y la verdad os hará
libres. Y si esto no os parece bien, me suicidaré.
Larga vida a mí, a Distri Maligna, a mi concepción
queer-patriarcal, a los privilegios del hombre feminista, y a Félix Rodrigo
Mora. La revolución será masculina o no será.
Temblad, mortales, cuando publique toda esta experiencia en
un fanzine y mis futuros oyentes incautos de mi futuro destino me den toda la
razón (hasta que digan que les he agredido y esta vez sí que logren matarme).
Jaime Sánchez Martínez. Hacia ruta salvaje. Ningún lugar
habitado, septiembre de 2013.
xmierdavenenosax@gmail.com