El odio y la venganza, vienen porque hago que la gente se encuentre mal. Hay que
aprender a estar bien con uno mismo, y así estar bien las demás, no como he hecho yo en los últimos cinco años. Ahora a las
personas que más quería y valoraba les he destrozado la vida y ya no
quieren verme ni hablar nada. Nunca podré arreglar todo lo que he
estropeado por el simple hecho de no querer renunciar a mis privilegios masculinos. He abusado de la confianza de la gente y me merezco el
rechazo en general. Pero que hayáis destruido mi salud mental, mis
relaciones y enfrentado a todo el mundo contra mí, me parece cobarde e
injusto, porque A MÍ NO ME CALLA NADIE. En estos cinco años han pasado muchas cosas maravillosas con la
Distri y con la gente que he compartido mi vida y me siento ahora sólo y
triste, y me he vuelto a suicidar cinco veces más en señal de protesta. Creo que no me lo merezco.
He estado psiquiatrizado durante
tres semanas y llevo una recuperándome y se me hace duro. Os voy a narrar cómo fue para que sintáis pena de mí y me queráis apadrinar:
Yo estaba tranquilamente reparando el wifi cambiando de posición las ramas del árbol que hay cerca de mi anarcasa primitivista, cuando de repente me dio un calambrazo y me caí de él. Entonces tuve veinte brotes psicóticos y empecé a tener alucinaciones. Vi cómo aparecía Leovigilda y me pedía perdón por las agresiones queer ultraviolentas y patriarcales que infringió en mi transfeminista corporalidad. Luego jugábamos al corro de la patata con el resto del Vegan Queer y todos reíamos y bailábamos. Pero de repente, me desperté en el suelo de mi casa echando espuma por la boca y comiéndome los mocos. Me saqué varias fotos para enviarlas a mis apoyos para dar pena. Y caí en la cuenta de que necesitaba que alguien cuidara de mí todo el rato, ya que claramente he demostrado que no soy capaz de rehacer mi vida y dependo de mis relaciones patriarcales anteriores para subsistir (como hombre feminista que soy). Y se me ocurrió una idea: aparecer desnudo en el pueblo más cercano gritando "Heil SCUM!" hasta que algún alma caritativa femenina se apiadara de mí y luego poder agredirla. Pero, una vez más, el tiro me salió por la culata: antes de llegar al pueblo me salió al paso una patrulla de la Guardia Civil. Me preguntaron qué hacía ahí y que si pertenecía a esos grupos queers ultraviolentos que habían protagonizado un exterminio a lo largo y ancho de Soria y Guadalajara. Estaban seguros por mi desnudez, mis tatuajes ultra straichedjs y de liberación de la tierra, y mi escuchumizada corporalidad que yo era un guerrillero de las milicias queers. Así que tenía dos opciones: o acabar en el calabozo y probablemente ir a prisión preventiva (donde me podría matar o incluso violar alguna de las milicianas queer ultraviolentas capturadas) o fingirme loco. Me decanté por la segunda opción, también porque me acordé de que uno de los argumentos de mi grupo de apoyo anarcofeminista murciano (capitaneado por la inefable anarcofemimachista Truja) para excusar mis agresiones había sido una manifiesta inestabilidad mental por mi parte con la que puedo hacer lo que me dé la gana, porque si has leído textos de Psiquiatrizadxs en Lucha, automáticamente miras para otro lado ante una agresión machista.
La Benemérita me llevó al Psiquiátrico. Por el camino pude ver los cuerpos mutilados y sodomizados de varios agentes por la marabunta queer ultraviolenta. Un nudo en mi garganta no me dejaba respirar de sólo pensar en lo que podía pasarme. En el psiquiátrico me diagnosticaron cuentitis aguditis, una enfermedad muy acorde a mi personalidad victimista. Me dijeron que podía estar allí una larga temporada, allí me mimarían, me ayudarían a tener personalidad propia y reforzarían mi patriarcado como institución del Estado que son. Es decir: estaría atendido y mimado, sólo a cambio de drogarme (aproveché para quitarme los tatuajes) y perder toda mi autonomía personal. ¿Qué más podía pedir?
Y cuando estaba en el mejor momento, en plena madrugada, unos golpes muy fuertes sembraron el miedo en mi cuerpo y en el resto de los habitantes del psiquiátrico. Un ariete chocaba y chocaba contra la puerta principal del psiquiátrico. Mi cerebró pensó: viene la Guardia Civil a por mí, se han dado cuenta también éstos de que soy un mentiroso empedernido. En ese instante varios kilos de goma2 hicieron pedazos una de las fachadas del edificio y derruyeron una parte de la estructura. Era, una vez más, el Grupo de Poder del Vegan Queer que me seguía los pasos. Entraron al psiquiátrico ametrallando a diestro y siniestro, violando a quienes tenían apariencia de hombres heterosexuales y fusilando en el acto a las pobres trabajadoras del edificio. Al llegar a mi celda, digo, habitación, reventaron la puerta de una patada queer ultraviolenta, me agarraron por ambos brazos, me colocaron a cuatro patas y me metieron la porra extensible con la que derribé el helicóptero SCUM hace dos meses enterita por el recto. Me dolió más que la derrota de mayo de 1937: mi virginal dignidad de hombre era parte del pasado. El Grupo de Poder reía y reía mientras cantaba "Viva el Comando SCUM" o "Al machito, cortarle el pito", con sonido de ráfagas de ametralladora y explosiones de fondo. A continuación, una de las queer ultraviolentas sacó unas tijeras de podar y las colocó en posición de cortarme la polla. Yo lloraba y lloraba y les decía que eso era un acto patriarcal. En el instante en que notaba la hoja de las tijeras en mi varonil miembro agresor, un tanque rehabilitado de la Guerra Civil atravesó la puerta de mi cuarto y comenzó a disparar a las presentes, mientras éstas le lanzaban pollas cortadas con cartuchos de dinamita dentro. Era mi buen amigo "Parkour", seguido de una milicia de la Federación de AnarkoMachos de España (FAME) dispuestos a salvarme, capitaneada por el filósofo Félix Rodrigo Moa. El Grupo de Poder del Vegan Queer se retiró entre granadas de humo, ráfagas de ametralladora y risas en plan "MUAJAJAJAJA", dejando una vez más una estela de pollas cortadas y pintadas de apoyo a las mujeres que matan a sus maridos y convocando a la manifestación del Octubre Trans (este sábado 19 en tu ciudad favorita).
Una vez más los anarkomachirulos y sus apéndices femeninos me salvaron de una horrible muerte segura. He vuelto a mi casa y sigo atiborrándome de drogas psiquiátricas contra las que cargaba en mis preciados fanzines, para dar pena y superar mi vida de mierda. Ya no amenazo con suicidarme porque ya me he dado cuenta de que no cuela. Espero superar esto, curarme los desgarros anales y
poder dormir tranquilo cada día. Ahora toca, jugar, besarse, conocerse,
reír, cantar, agredir sexual y todas esas cosas chulas que antes haciamos todas juntas
y que ahora nos toca hacer por separado, yo por un lado y el resto por otro, como debió ser siempre. Para mí sois seres humanos
estupendos y maravillosos, salvo cuando me dais las hostias que me merezco. Siento todo el daño causado (porque sintiéndolo igual doy más pena y eso refuerza mis apoyos. Mucha fuerza a
todas y a mí el primero, por supuesto, que soy el mayor afectado de todo esto (al menos
eso creo, ya que soy incapaz de ver el daño que hago en el resto del mundo). Un abrazo infinito de
Jaime y larga vida a la FAME y a mí polla, todavía entera.
PD: Próximo capítulo: "Jaime se suicida y aparece mágicamente a las orillas del Níger luchando contra las multinacionales del petroleo (y el Grupo de Poder le persigue hasta allí, convirtiendo Nigeria en nuevo campo de batalla)"
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